14 de diciembre de 2011
Como Roma tiene el Vaticano, Londres tiene la City, o casi, porque aunque no es un Estado el Wall Street
del Reino Unido es como mínimo una curiosa excentricidad administrativa
sobre la que poco manda el Parlamento; que cuenta con su propia policía
y en la que de facto gobiernan los bancos gracias a un sistema político
con tintes medievales y aires de paraíso fiscal.
En los últimos
días, el corazón financiero ha estado en el centro de las noticias luego
de que el primer ministro británico, David Cameron, vetara un acuerdo
fiscal con el resto de Europa para protegerla. El presidente francés,
Nicolas Sarkozy, al reeaccionar al veto de Cameron, repitió una de las
criticas que se le hacen a la City: que es un gran paraíso fiscal en las costas de Europa
Y
es que la de Londres es, como apunta el historiador Maurice Glasman, la
"historia de dos ciudades": el vibrante y vanguardista centro
intelectual y cultural, y la cuasimedieval City de rascacielos de cristal y palacios georgianos. Cada una con su propio alcalde.
La City son
casi dos kilómetros cuadrados en el centro de Londres en los que viven
9.000 personas y en los que cada día entran a trabajar 350.000, el 80%
en el sector financiero.
Puede que Nueva York sea un centro
financiero mayor, pero gran parte del volumen que mueve es
estadounidense. Si hablamos de transacciones internacionales, la City es el más grande del mundo. Y es ahí, donde hace algunos meses, acampan los "indignados" de Londres.
Es en su territorio donde cientos de personas protestan contra el
capitalismo: precisamente en la milla cuadrada en que tiene su máxima
expresión.
Frente a la Catedral de St Paul, los manifestantes
denuncian la supuesta avaricia de los financieros. Casi por accidente,
su protesta también ha servido como recordatorio del poder político que
de hecho tienen las grandes empresas. No en vano, y sin metáforas, gobiernan la City.
Eso,
gracias a un sistema electoral que lejos del "una persona, un voto"
reconoce el derecho de sufragio a las empresas bajo el principio de "a
más empleados, más votos": hasta nueve trabajadores, uno; con 10
empleados en nómina, dos; y así hasta las de más de 3.500, que tienen 79
votos. Es más, los 9.000 ciudadanos allí registrados sólo votan en cuatro de los 25 distritos electorales en los que está dividida.
"Democracia medieval"
Ese
sistema es algo perfectamente natural para el profesor de la
Universidad de Durham (Reino Unido) Ranald Michie, autor de varias obras
sobre la City, ya que se trata de un lugar "cuyo electorado es
diferente de las ciudades normales".
"Es un centro de negocios más que un sitio donde vive la gente", le dijo Michie a BBC Mundo.
En su momento un diseño institucional adelantado a su tiempo, la City
jugó un importante papel histórico como contrapoder a la monarquía. Sus
particularidades son "inmemoriales", aunque hay quien asegura que datan
de Guillermo el Conquistador, normando que se hizo con el trono de
Inglaterra en 1066. Desde entonces, la City ha disfrutado
de una serie de privilegios que se acrecentaron cuando la zona no se
vio afectada por el Acta de Corporaciones Municipales de 1835 ni por las
que después vinieron, tampoco la que puso fin al voto corporativo en
1969.
Es decir, sus instituciones políticas y forma de gobierno
continúan marcadas por lo que fueron históricamente. Y sus rituales y
boato no le van a la zaga. No en vano, presume de que su asamblea es la
"abuela" de los parlamentos actuales". Como apunta el historiador
Maurice Glasman, algo que yace en tiempos inmemoriales: "entonces están
fuera del alcance de la ley". "La City actúa como un Estado dentro del Estado", afirma.
Un ejemplo es el "Espectáculo del Lord Major",
un desfile anual en el que celebran el nombramiento de un nuevo
alcalde, que pasea en el desfile en una carroza de oro de más de dos
siglos y medio de antigüedad. El Lord Mayor jura lealtad a
la Corona y la Corte Suprema. Todo lleno de simbolismos. Uno de los
momentos más esperados es cuando la reina tiene que pedir permiso al
alcalde para entrar en la milla cuadrada. Para unos mero ritual, para
otros una demostración de poder.
Rico y apolítico
Para ser Lord Mayor
conviene ser rico. Se trata de un cargo "apolítico" por el que no se
cobra y que se dedica, entre otras cosas, a viajar por el mundo
representando los intereses de la City. Según informa la
propia Corporación, en su año de mandato pasa unos 90 días en diferentes
países del mundo, y se espera que ponga de sus propios recursos para
sufragar los gastos.
La Corporación
Por debajo del Lord Mayor, la Corporación cuenta con otros tres niveles de representantes: concejal común (common councilman), concejal (alderman) y alguacil (sheriff). Para
poder aspirar a cualquiera de los cargos, es necesario ser "ciudadano
libre", para lo que se requiere la aprobación de los concejales. Al
aspirante le facilitará la vida el hecho de pertenecer a alguno de los
modernos gremios (livery companies), que son los que eligen a los alguaciles de entre los concejales cada año.
Para ser alcalde, cargo que incluye el tratamiento de noble, por eso es conocido como Lord Mayor, hay que haber sido antes alguacil y contar con el apoyo y la ratificación del Concejo y de los gremios.
Para ser alcalde, cargo que incluye el tratamiento de noble, por eso es conocido como Lord Mayor, hay que haber sido antes alguacil y contar con el apoyo y la ratificación del Concejo y de los gremios.
La Corporación también señala que el Lord Mayor
goza en el exterior de tratamiento de ministro y su labor consiste en
"abrir puertas a los más altos niveles" para las empresas de la City y "expandir los valores de la liberalización". Esto,
según el periodista e investigador Nicholas Shaxon, lo convierte en una
municipalidad única que además de gobernar se dedica a "promover los
servicios financieros de la City y la libertad financiera y la
liberalización, y eso son batallas que libra alrededor del mundo".
"La
Corporación es uno de los más podersos jugadores, si no el que más, a
favor de la desregulación financiera", escribió Shaxon en Treasure Islands (Las islas del Tesoro).
Según
Michie, aunque efectivamente el Lord Mayor sea un cabildero, eso es
"algo en lo que no es diferente de cualquier otro diputado o alcalde,
que hacen presión por un determinado lugar o grupo".
"El Lord Mayor hace presión a favor de todo el sector financiero no sólo por la City", le dijo Michie a BBC Mundo.
Según
escribió Ewen Green, en su revisión de la historia de la City entre
1880 y 1960, el trabajo del Lord Mayor era fundamentalmente conseguir
que "las prioridades del sector bancario se trasladaran a prioridades
del gobierno".
"El efecto era que el gobierno siempre ha tendido a identificar los intereses de la City con el interés nacional", señaló Philip Williamson, profesor de la Universidad de Durham.
Según asegra George Monbiot, columnista del diario británico The Guardian, el Lord Mayor en
realidad se dedica a defender lo que los banqueros llaman
"desregulación" de los mercados financieros, "el proceso que causó la
crisis".
"Dispone de una enorme cantidad de dinero que puede
gastar como quiera, sin supervisión democrática. Además de expandir su
enorme cartera de propiedades, usa ese dinero para constituirse en grupo
de presión de los intereses de la banca", opina Monbiot.
El
articulista apunta que uno de los problemas de que el Reino Unido se
animara a aprobar una Constitución escrita estaría en las cosas que
habría que dejar por escrito respecto a la City.
"La City
de Londres permanecerá fuera de la autoridad del Parlamento. La banca
podrá votar como si fueran ciudadanos y sus votos pesarán más que lo de
las personas. Los representantes serán elegidos de entre aquellos
considerados aceptables por gremios medievales…", tendría que decir una
hipotética Carta Magna.
¿Paraíso fiscal?
Los principales
historiadores británicos coinciden en que se trata de un territorio cuya
definición "desafía una generalización sencilla". Eva Joly,
magistrada francesa de origen noruego que ahora forma parte del Partido
Verde y que se hizo famosa por sus investigaciones sobre paraísos
fiscales, ha sido una de las más prominentes críticas del distrito
financiero londinense.
"La City de Londres, ese Estado
dentro de un Estado, nunca ha ofrecido ni la más pequeña pieza de prueba
útil a un magistrado extranjero", escribió Joly en su libro Notre affaire à tous, algo así como "Un asunto de todos". Según Tom Nairn, uno de los más prominentes teóricos del nacionalismo británico, la apuesta por convertir la City en un centro financiero llegó con la caída definitiva del Imperio británico.
"Cada
vez menos competitivo en el marco de la nueva economía mundial, la
élite gobernante buscó compensar su pérdida del control del mercado
mundial del dinero construyendo un centro financiero en el corazón de
Londres", escribió Nairn en The Break-up Britain.
"Una
parte de la capital de Inglaterra fue en efecto convertida en un paraíso
fiscal del capitalismo internacional, con una considerable
independencia del menguante capitalismo nacional".
"Las instituciones de la City monopolizaron
los enormes talentos y energías de la clase empresarial. Además,
ejercieron una hegemonía virtual sobre el Estado en virtud de la
solidaridad de la élite social tan fuertemente enraizada en la sociedad
civil inglesa".
No coincide en que se pueda calificar sin matices
de paraíso fiscal Ronen Palan, profesor de Economía Política
Internacional de la Universidad de Birmingham y experto en paraísos
fiscales.
"Londres no es un paraíso fiscal, es un centro en el que muchos esquemas impositivos operan. Hablar de la City como
una entidad aislada es un error, Londres trabaja muy cerca de sitios
como las islas Caimán, el cuarto centro financiero del mundo, y otros",
le dijo Palan a BBC Mundo.
"Una parte de la capital de Inglaterra fue en efecto convertida en un paraíso fiscal del capitalismo internacional, con una considerable independencia del menguante capitalismo nacional"
Tom Nairn, The Break-up Britain
"Lo
que pasa es que muchas empresas trabajan en Londres pero están
registradas en otra parte. En sentido estricto, no es un paraíso fiscal,
es un centro financiero muy desrregulado".
Coautor de "Paraísos fiscales, cómo funciona de verdad la globalización", Palan señala que el éxito de la City es precisamente esa condición de ser un centro desrregulado.
Pero es el periodista Shaxon el que se ha convertido en uno de los azotes de la City gracias a su libro, casi lectura de cabecera de quienes protestan frente a St Paul.
Al también investigador de la Chatham House no le cabe duda de que estamos hablando de un paraíso fiscal en el corazón de Londres.
"La City es
un paraíso fiscal (…). Sigo perplejo con el hecho de que esto siga
pasando por debajo del radar", dijo Shaxon en su entrevista para el
documental 97% Owned, del director Michael Oswald.
Shaxon
coincide en su libro en que el Reino Unido cuenta con una red de
paraísos fiscales formada por los territorios vinculados a su pasado
imperial. Todos con autonomía política pero todavía vinculadas a la
metrópolis sobre todo en lo económico y que sirven para atraer capitales
que acaban alimentando a la City.
"Son como una tela de araña. Sólo la Isla de Jersey fue la principal fuente de depósitos bancarios de la City durante la crisis. Son billones de dólares".
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