viernes, 30 de diciembre de 2011

Leopold Hawelka "una leyenda de la cultura del café"

Una nueva perdida sacude el mundo social y cultural europeo, si hace poco recordábamos a George Whitman el fundador de la librería Shakespeare & Company, el jueves 29 de diciembre fallecía a los 100 años Leopold Hawelka, el fundador del café del mismo nombre, todo un icono en Viena.


Por el café Hawelka, situado en pleno centro de la Viena histórica, a unos metros de la gran calle peatonal de Grabenpasaron personajes ricos, famosos y necesitados que según palabras del propio Leopold  "se sentaban todo el día frente a un vaso de agua para poder sentir calor". Recordaba levantarse antes del amanecer, caminar dos horas por lo bosques y regresar con un saco de leña para mantener la estufa prendida.


La penuria, en sus inicios, era tal que los Hawelka tenían que contrabandear cigarros en esos días, mientras que recordaban que con los títulos y las posesiones perdidas, el príncipe de Liechtenstein y otros miembros de la realeza austriaca daban audiencia en el Café Hawelka y vendían todo lo que habían podido ocultar, alfombras, pinturas y lo que los nazis y los soviéticos no se llevaron.


Hasta la muerte de su esposa, Josefine Hawelka, a los 91 años en 2005, la pareja trabajaba hasta 14 horas al día. El abría temprano y ella cerraba a las 2:00 a.m., después se ponía a leer hasta el amanecer.


El Café Hawelka nunca fue lujoso. Mientras que las reconstrucciones costosas hacen que otros cafés pierdan su encanto, el Hawelka ganaba con cada capa de pátina que iba adquiriendo durante más de 70 años de existencia humilde en los que tuvo pocos cambios desde los días de la posguerra.


Josefine preparaba la especialidad , sus postres "Butcheln" (elaborados hoy en día por Amir Hawelka según la receta tradicional) y servidos solo después de las diez de la noche.


Tal como refleja el diario El País de hoy, a partir de 1975, el Hawelka fue conocido internacionalmente por la canción humorística del cantautor vienés Georg Danzer (1946-2007) Jö schau (Mira ahí), en la que cuenta la historia de un hombre que estaba desnudo en el café, que ocupó enseguida el primer lugar en la lista austriaca de música, con lo que el local dejó de ser un lugar de encuentro casi clandestino para la intelectualidad y pasó a llenarse de curiosos y turistas, estudiantes y jóvenes en general, que podían ver a Leopold Hawelka, sentado en su asiento de siempre, un banco forrado con una tela en rayas rojas y amarillas. Seguía llevando su vieja americana marrón, una pajarita roja en el cuello de la camisa y miraba al vacío con tristeza: si había suerte, a la cámara del fotógrafo aficionado de turno.


La ministra de cultura austriaca Claudia Schmied lo describió como "una leyenda de la cultura del café".


Descanse en paz.

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